13 enero 2017

#BEERNES 19 - LOS REGALOS LOS CARGA EL DIABLO


Los regalos los reparten los Reyes Magos, pero los carga el diablo. Y cuando abres el paquete y descubres que es un pluma estilográfica, sabes que, a partir de ese momento, todo va a ir mal.

Tú, que siempre has escrito tus cuentos pulsando teclas en el ordenador, buscas por toda la casa unos folios en blanco o un cuaderno con los que poder utilizar tu nueva pluma. Empiezas a escribir y a trabajar en tu última idea para un relato. Y ya en la tercera frase, o en el segundo párrafo lo más tardar, el personaje principal se te desmanda. No obedece a tu argumento y trata de interpretar la historia a su manera. El protagonista de carácter afable y conciliador se ha vuelto, de repente, un huraño y un soberbio. Por mucho que tú quieras enderezar su rumbo enfrentándole a situaciones en las que sólo puede reaccionar de la manera que tú tienes pensada, él le da la vuelta, rebusca en las lagunas de tu argumentación y se escapa por entre  los huecos que dejan en blanco las líneas que escribes.

Es culpa de la pluma: si no estás acostumbrado a usarla, los personajes lo notan y se aprovechan de tu debilidad tomando las riendas de la línea argumental y campando a sus anchas por esos paisajes nevados que son los folios en blanco. El gesto autoritario, casi dictatorial, del dedo sobre las piezas del teclado imponiendo el pulso narrativo se torna en fragilidad e incertidumbre cuando deslizas la punta de la pluma sobre el papel, temeroso de quebrarla. Igual que los animales ven tu miedo reflejado en tus ojos, así los personajes de los cuentos sienten tu inseguridad en tu mano.


He sido incapaz de terminar no ya un cuento, sino un simple microrrelato con la pluma estilográfica. La he devuelto a su elegante caja y la he colocado en una estantería lejos de la mesa en la que trabajo. De vez en cuando, mientras tecleo, la miro de reojo y le doy gracias a la tecnología por lo sumisos y bienintencionados que me salen los personajes en la pantalla del ordenador.

2 comentarios:

Dyhego dijo...

Como con los niños, les das confianza y, hala, ancha es Castilla. Se te suben a la chepa y no te respetan nada.
Salu2, Masclaro.
:)

Más claro, agua dijo...

Es peor: se te suben a la imaginación y te la dejan hecha unos zorros...