27 enero 2017

#BEERNES 21 - MERAS COINCIDENCIAS


La ilusión que me hizo recibir la llamada de aquel municipio se esfumó rápidamente cuando descubrí que no era el jurado del concurso al que me había presentado y que me comunicaba mi condición de ganador del suculento premio del mismo quien me llamaba, sino un inspector de la comisaría solicitando que facilitase mi ubicación exacta y ordenando que no me moviera de aquí hasta nueva orden.

Poco tardó en personarse una pareja de policías nacionales en mi casa procediendo a esposarme y a conducirme al furgón policial que esperaba abajo con las puertas abiertas, las luces encendidas y la curiosa atención de los ocasionales a la vez que numerosos viandantes.

Durante el trayecto hasta la comisaría, tuvieron a bien informarme de que estaba detenido como sospechoso autor del asesinato de una joven vecina del pueblo del que había recibido la llamada. Me dijeron que el cadáver había sido encontrado prácticamente a la misma hora en que un jurado compuesto por el concejal de Cultura y Festejos, el maestro del pueblo y un periodista de la capital concedían el premio de finalista al relato que yo había enviado al concurso literario de la localidad y que tenía como protagonista a una joven que era asesinada en las mismas circunstancias que, al parecer, también lo había sido aquella muchacha.

El sujetador de encaje negro, el cuello roto, el haber sido encontrada en un sitio apartado y alejado de curiosas miradas… Demasiados elementos comunes como para catalogarlo fríamente de “meras coincidencias”. Me adelantaron que tendría que dar muchas explicaciones más allá del machaconamente repetido “es un simple relato de ficción” que yo esgrimía desesperado y en defensa propia.

20 enero 2017

#BEERNES 20 - POR PETENERAS


El viento de levante me acompañó durante todo el trayecto entre Tarifa y San Fernando. Había quedado para comer con Roberto en la Venta de Vargas. Él se recuperaba lentamente de una grave lesión de espalda que a punto estuvo de dejarlo convertido en la estatua que se merece que un día le pongan allí mismo, al lado de la de Camarón, pero me dijo que si los calmantes se lo permitían, vendría.

La mesa del patio reservada a mi nombre la ocupaban ya dos comensales cuando llegué, dos amigos de Cádiz con los que también había quedado aprovechando que el Guadalete pasa por Jerez. Unas mesas más allá, un padre y un hijo, de rasgos más japoneses que gitanos, no dejaron de mirarme desde que entré. El camarero me aclaró que estaban al tanto de que Roberto comería con nosotros y parecía que le esperaban con indisimuladas ganas.

Tras dos cervezas de cortesía, concluí que no vendría. Y en vez de llamarle al móvil para salir de dudas, le hice una señal al camarero para salir de hambres. Pocos minutos después, nuestra mesa se fue llenando de platos con tortillitas de camarones, croquetas de la Tía María, cazón en adobo y cola de toro, siempre bajo la atenta mirada de aquellos dos pares de ojos rasgados por la genética y la curiosidad.

Al terminar de comer, con la sobremesa al compás del aguardiente de la casa, el camarero vino con un libro entre las manos. Los señores japoneses, me dijo con una irónica sonrisa, no querían importunarme, pero estarían encantados si yo les firmara el ejemplar. Lo lógico habría sido declinar amablemente la invitación, así que acepté el bolígrafo que el camarero me ofrecía y en una página interior, bajo el título “Manteca colorá”, escribí:

“Para mis amigos japoneses, tras una agradable velada, con un afectuoso saludo. Montero Glez.”


13 enero 2017

#BEERNES 19 - LOS REGALOS LOS CARGA EL DIABLO


Los regalos los reparten los Reyes Magos, pero los carga el diablo. Y cuando abres el paquete y descubres que es un pluma estilográfica, sabes que, a partir de ese momento, todo va a ir mal.

Tú, que siempre has escrito tus cuentos pulsando teclas en el ordenador, buscas por toda la casa unos folios en blanco o un cuaderno con los que poder utilizar tu nueva pluma. Empiezas a escribir y a trabajar en tu última idea para un relato. Y ya en la tercera frase, o en el segundo párrafo lo más tardar, el personaje principal se te desmanda. No obedece a tu argumento y trata de interpretar la historia a su manera. El protagonista de carácter afable y conciliador se ha vuelto, de repente, un huraño y un soberbio. Por mucho que tú quieras enderezar su rumbo enfrentándole a situaciones en las que sólo puede reaccionar de la manera que tú tienes pensada, él le da la vuelta, rebusca en las lagunas de tu argumentación y se escapa por entre  los huecos que dejan en blanco las líneas que escribes.

Es culpa de la pluma: si no estás acostumbrado a usarla, los personajes lo notan y se aprovechan de tu debilidad tomando las riendas de la línea argumental y campando a sus anchas por esos paisajes nevados que son los folios en blanco. El gesto autoritario, casi dictatorial, del dedo sobre las piezas del teclado imponiendo el pulso narrativo se torna en fragilidad e incertidumbre cuando deslizas la punta de la pluma sobre el papel, temeroso de quebrarla. Igual que los animales ven tu miedo reflejado en tus ojos, así los personajes de los cuentos sienten tu inseguridad en tu mano.


He sido incapaz de terminar no ya un cuento, sino un simple microrrelato con la pluma estilográfica. La he devuelto a su elegante caja y la he colocado en una estantería lejos de la mesa en la que trabajo. De vez en cuando, mientras tecleo, la miro de reojo y le doy gracias a la tecnología por lo sumisos y bienintencionados que me salen los personajes en la pantalla del ordenador.

09 enero 2017

Yo lo he visto... (157)


Unos maleducados muy bien educados: pintan en las paredes de los servicios públicos pero piden las cosas por favor.