15 agosto 2007

Como dijo Julián Muñoz...


Como dijo Julián Muñoz a sus más allegados:


ESTARÉ DESCONECTADO UNA TEMPORADA


En mi caso, concretamente, hasta septiembre.


Aunque por distintos motivos,
tanto Julián Muñoz como yo lo tenemos merecido.


Hasta entonces, salud y ron pálido de Motril ;-)

14 agosto 2007

Autobiografía de una becaria del Once Ocho y Pico


Me llamo Fatima Yasmina Ben Yessef. Aunque soy marroquí, hablo el castellano perfectamente desde mis primeras infancias. Estudio Relaciones Públicas en una academia en Ceuta y ahora, en verano, tengo una beca para trabajar como telefonista. Me encanta la comunicación y ayudar a la gente, por eso me gusta mucho este trabajo.

--Información, buenos días. Le atiende Carmen, ¿en qué puedo ayudarle?
--…
--¿El Ministerio de Medio Ambiente? Ahora mismo… ¿De qué localidad?
--…
--Vale, el Ministerio de Medio Ambiente de Madrid… Un segundo, por favor…
--…
--Pues como Ministerio no me aparece nada, ¿eh? ¿No estará a nombre de un particular?...

Se aprende mucho en este trabajo. Yo antes no tenía idea de que Madrid tuviera un Ministerio. Fíjate, ¡y de Medio Ambiente!... ¿Estará en el Retiro? Lástima que no tengan todavía teléfono para informarme…

Así es que no te importa pasarte el mes de agosto trabajando… Aprendes cosas nuevas, te relacionas con un montón de gente y, encima, al final del mes dicen que igual me pagan ¡cincuenta eurazos!...

--Información, buenos días. Le atiende María, ¿en qué puedo ayudarle?
--…
--¿El teléfono del 091? Un momento, por favor… ¿De qué localidad me ha dicho que es el 091?
--…
--¿De cualquiera? ¿Qué es, un feriante?
--…
--¡Ah!, policía… Vale… ¿Noventayuno es el primer apellido?...

Lo que no entiendo es por qué tenemos que cambiarnos el nombre continuamente. Las más veteranas, que llevan con la beca desde julio, dicen que es para que no se nos note que somos marroquíes. Yo creo que es para que parezca que somos más de tres las que atendemos el teléfono en agosto…

--Información, buenos días. Le atiende Rocío, ¿en qué puedo ayudarle?
--…
--Pues llevo puesta una blusa y un… ¡oiga! ¡y a usted qué le importa lo que llevo puesto! ¡cerdo!

Cuando termine mis estudios en la academia quiero trabajar en televisión. En Gran Hermano, por ejemplo, que debe tener mucho prestigio porque luego he visto que te invitan a otros programas y te sacan en las revistas y…

--Información, buenos días. Le atiende Belén, ¿en qué puedo ayudarle?
--…
--¿El número premiado de los ciegos? No, eso tendrá que llamar a la Once…
--…
--No, esto no es la Once, es el Once Ocho…
--…
--Claro que se lo doy mujer, faltaría más. ¿Lo quiere en braille o en normal?
--…
--Pues tome nota, que le deletreo: nueve, cero, dos…

Aunque la jornada laboral es de quince horas, no se hace muy pesado. Sobre todo el día que funciona el aire acondicionado en este locutorio… Porque ventanas no tenemos… Y, además, nos han dicho que, con un poco de suerte, igual hasta nos dan un día libre…

--Información, buenos días. Le atiende Sonia, ¿en qué puedo ayudarle?
--…
--Ikea… ¿es nombre o apellido?
--…
--Pues es que nosotros los números extranjeros no los trabajamos, ya lo siento…

10 agosto 2007

Autobiografía de un funcionario que se cogió las vacaciones en julio


Lamentamos comunicarle, amable lector, que el funcionario seleccionado para escribir su autobiografía se encuentra en paradero desconocido… Existía un compromiso verbal con él y, tras un “No hay ningún problema, ¿para cuándo dice que lo quiere?” por su parte, el acuerdo quedó cerrado. Pero nada, que no aparece el tío…

Es cierto que su ordenador está encendido… Es cierto que su chaqueta está sobre el respaldo de su silla… Es cierto que el vigilante de la entrada nos confirma que fichar, lo que se dice fichar, ha fichado… Pero llevamos tres días aquí, en su despacho, y no da señales de vida… Y estamos ya un poco hartos de cogerle las llamadas y de gastarnos la pasta reservándole el cupón de los ciegos…

Al preguntar a uno que apareció de repente a cambiar los bidones de agua por las causas de tan anómala situación, nos contestó con una frase lapidaria: “La Administración tiene razones que la razón no entiende”…

Tras darle más vueltas al asunto que una montaña rusa (que no es rusa, ya lo sabemos), no nos ha quedado más remedio que contratar a una Asistencia Técnica para cumplir con el compromiso de la autobiografía. Aquí la tienen. Disculpen las molestias:

El funcionario que se cogió las vacaciones en julio nació por cesárea. Ya desde el vientre materno se negaba a hacer esfuerzos innecesarios. Y a diferencia de su madre, que no tuvo que dilatar en el parto, él dilata su trabajo hasta límites insospechados. Existen fundadas sospechas de que todavía no ha terminado de rellenar la base de datos de alcaldes de las primeras elecciones municipales…

El funcionario que se cogió las vacaciones en julio no trabaja en agosto: “Sí, hombre, lo que me faltaba. Todo el mundo en la playa relajado, disfrutando… ¿y yo aquí pringando?... ¡Vamos, anda!”. Podemos confirmar que, durante ese mes, vive cómodamente instalado entre las páginas del diario deportivo AS. Una vez intentó salir del periódico a por tabaco pero, al ver la fotografía de la maciza de la última página, pensó “¿Y dónde voy a estar yo mejor que aquí?”. No sólo se quedó sino que, encima, dejó de fumar. A día de hoy, gracias a su estancia veraniega en el citado diario, además de gozar de una espléndida salud, es el único que tiene todas las claves para clasificar para la Champions League al Club Deportivo Mirandés, que milita en Tercera División. O, más difícil aún, también posee las claves para convertir el vestuario del Real Madrid en lo más parecido a un vestuario de un equipo de fútbol y no de Pasarela Cibeles.

Por último, el funcionario que se cogió las vacaciones en julio, cuando llega septiembre, se coge una baja laboral. ¿Motivo?: “Gastroenteritis causada por la ingestión de una ensaladilla en mal estado en el chiringuito de la playa”. ¿Con un mes de retraso? Pues sí, hasta eso es capaz de dilatarlo…

(Nota de la Asistencia Técnica: Y ahora, ¿qué?, ¿dónde dice que se cobra esto?... No habrá que esperar a que el funcionario redacte el expediente, ¿no?... ¿Me cambia, al menos, el bidón del agua, por favor?... ¿Hay alguien ahí?...)

07 agosto 2007

Autobiografía de una ensaladilla rusa


Antes de empezar, y en aras de llevarnos bien el resto de nuestra existencia, dejemos clara una cosa de una vez por todas: NO-SOY-RU-SA. Soy de chiringuito de playa de toda la vida, ¿vale? ¡Ea!, pues ya lo he soltado. Como diría Carmen Sevilla después de pasar por la clínica Butchinger: “¡qué peso me he quitado de encima!”. Y ya puestos a aclarar, la montaña rusa tampoco es rusa. Sólo nos parecemos en que quien nos prueba acaba con el estómago revuelto…

Perdonen este arrebato inicial, pero es que, por muchas vueltas que le doy, no me entra en la mayonesa por qué, si a la tortilla que se hace con patata se le denomina “tortilla española”, a mí, que también tengo patata, se me tiene que llamar “rusa”… ¿Es que alguien confunde a Boris Yeltsin con Mister Potato?... Vale, no es un buen ejemplo…

También me resulta humillante el diminutivo que se me aplica… Ensaladilla… Como si eso fuera a minimizar los efectos de la salmonelosis…
Por cierto, la tortilla
suscribe este párrafo
a pies juntillas.
(N. del A.: aunque todo termina en “illa”, no se trata de un poema de Gloria Fuertes).

Mis padres siempre quisieron que estudiara Gastronomía, que es una carrera que no tiene nada que ver con el gas pero sí con los gases, sobre todo en la asignatura de las alubias con chorizo…. Tenían el presentimiento de que, a nada que me aplicara un poco, podría triunfar en los mejores restaurantes del mundo. Maldita la hora en que les hice caso…

Al principio, todo iba muy bien. Asimilé sin dificultad los pepinillos y las aceitunas y, a diferencia de los estudiantes de ahora con los acentos, yo sabía perfectamente cuándo y dónde tenía que colocar el atún o las gambas. Pero un buen día, un profesor que me tenía una manía horrorosa, y que respondía al nombre de Nosequé Adriá, en vez de suspenderme como a todo el mundo, le dio por deconstruirme… Digo yo que se inspiraría en Mister Potato… Fue mi ruina… Perdí mi personalidad… Todo me aburría… Nada tenía sentido para mí… Y, claro, como cualquier estudiante que pasa por esa misma situación, acabé en el bar de la facultad… De ahí mi gran amistad con la tortilla…

Como resultado de aquella nefasta experiencia, sólo pude encontrar trabajo en los chiringuitos de playa. Y no precisamente como plato estrella del día, sino como engrudo para disimular los agujeros y grietas de los baños.

Así que, si este verano se acercan a un chiringuito a comer algo, como lo siento se lo digo, ni me miren: pidan una ración de medusas. Les sentará mejor… ¡счастливое лето!

03 agosto 2007

Autobiografía de una medusa


¿Cómo se sentirían ustedes si les confundieran continuamente con un condón? ¿O con una bolsa de basura? Pues así es mi vida desde que nací. Deprimente, ¿verdad? Nada que todavía no pueda ser empeorado: hay quien afirma que las medusas somos restos de silicona procedentes de los posados veraniegos de Ana Obregón en la playa…

No creo que haya en toda la Historia de la Humanidad un ser tan maltratado como yo. Si acaso, Paquirrín, con la diferencia de que éste se lo busca él solito… Ya en la mitología griega se me consideraba “un monstruo femenino” (encima, con redundancias) “cuya mirada convertía a la gente en piedra”. De ser cierto, me habría forrado convirtiendo a los bañistas en ladrillos y recalificando luego las playas. Pero se inventó la figura del concejal de urbanismo y se me truncó de raíz un futuro prometedor…

Los griegos también me describían como un ser con “manos metálicas, colmillos afilados y cabellera de serpientes venenosas vivas”. Si, además, tuviera la capacidad de girar las órbitas de los ojos, más de uno me confundiría con Marujita Díaz… Prefiero lo del condón, sinceramente…

Era mucho más feliz cuando era una cría, cuando nadaba alegremente ajena a todos los odios que parecía generar mi sola presencia. Era más feliz cuando mi madre me gritaba aquello de “¡Niña, no te vayas a la orilla, que no cubre!”… O aquello otro tan tierno: “¡Como te asfixies, te mato!”… Qué tiempos… Sin embargo, ahora, ¿qué me queda?: esquivar las redes de los niños y los excrementos flotantes de sus padres.

Todo esto me pasa porque no sé controlar mis vicios. No puedo resistirlo: me encanta picar entre horas… Para los seres humanos es una de las conductas sociales más aceptadas y, sin embargo, para mí es mi condena. Como diría Julián Muñoz, en este país no se hace justicia. Con la diferencia de que éste sí que tiene la cara de piedra (y yo no he sido, que conste).

Y como en el pecado llevo mi penitencia, ahora salen los expertos con el descubrimiento de que soy un manjar exquisito, una joya gastronómica… “El último grito en los restaurantes chinos, coreanos, tailandeses y japoneses”, dicen las crónicas especializadas. Tampoco es como para tirar cohetes, porque ¿quién no grita cada vez que le ofrecen un plato exótico chino? ¿quién es el descerebrado que se atreve a afirmar sin descomponer el gesto “qué detalle más distinguido” cuando ve flotando una inmunda lagartija en la botella de sake? Donde esté un muslo de adolescente…