06 julio 2007

De animales y hombres (valga la redundancia)

Una investigación reciente realizada en Estados Unidos ha probado que los orangutanes son capaces de resolver problemas para los que se necesita cierto grado de abstracción. Todo lo contrario a los hombres, que cada vez que tenemos un problema nos abstraemos de él y pedimos otra cerveza hasta que escampe…

El experimento consistía en meter al orangután en una jaula (hasta aquí, nada original) en la que previamente se había colocado un tubo transparente con un cacahuete flotando en un poco de agua.

(Aprovecho este experimento para hacer aquí un paréntesis y citar a un clásico: “Un cacahuete flotando en una piscina, ¿sigue siendo un fruto seco?”, Luis Piedrahita).

El orangután, en la jaula, sólo tiene una fuente de agua, para que no se muera de sed durante el experimento. ¿Cómo sacará el cacahuete del tubo, teniendo en cuenta que no puede moverlo ni romperlo y que no le cabe el brazo por el hueco del cilindro?...

El orangután tardó nueve minutos en encontrar la solución. Si usted ha necesitado más… hágaselo mirar.

Y hablando de orangutanes: en Estados Unidos hay un personaje que responde al nombre de Joey Chestnut, que significa “Juanito Pechotuerca”, y que ha sido capaz de comerse 66 perritos calientes en doce segundos. ¿Para qué? Lo desconocemos, pero es un record mundial. Y lo ha hecho precisamente el 4 de julio, día que Estados Unidos conmemora el estreno de la película “4 de julio” que protagoniza otro orangután (un tal Tom Cruise) y que habla de la independencia de su país. Preguntado por sus primeras sensaciones, el Pechotuerca sólo pudo decir “Guau”. Eso sí, en inglés.

Pero si hay una fiesta en la que lo humano y lo animal se integran en perfecta armonía, esa es San Fermín. La celebración como tal consiste en lo siguiente:

Un montón de gente, vestidos mayoritariamente de blanco, se ponen a cantarle a una pared en la que hay un hueco con una figurita de San Fermín, que debe ser el patrón de los Sudokus porque todos llevan un periódico en la mano. Este ritual se produce a las ocho menos cuarto de la mañana, que, para empezar, no son horas. Y tiene lugar muy cerca de unos corrales donde dormita plácidamente una manada de toros. Éstos, tras ser despertados por los alborotadores, tiran un cohete al cielo, con la intención, supongo, de acertarle al santo en todo el bebe. Dada la complejidad de la misión, y lo infructuoso del resultado, los toros deciden tomarse la justicia por la pezuña y, en vez de avisar al 061, salen en estampida a ajusticiar a los mozos. Lo demás, ya lo conocen por la televisión.

No hay comentarios: