18 septiembre 2006

La vuelta al virus










Si estos días ven a un crío por la calle, que lo verán, arrastrando una maleta de unos cuarenta kilos de peso, no se alarmen: no le han echado de casa. Simplemente es con lo que “unos conocidos grandes almacenes” (por no hacer publicidad de El Corte Inglés) han venido amenazando desde mediados de agosto: la vuelta al cole. Aunque para muchos padres suponga la Semana Fantástica por perder a sus hijos de vista.

Tampoco se les ocurra decirle al crío eso tan manido de que “el saber no ocupa lugar” porque corren el riesgo de que les conteste con el también manido “tus muertos, cabrón”. Lo que oyen en casa las criaturitas, ya saben…

El caso es que tú mandas a tu hijo al colegio inmaculado, repeinado y con sobredosis de Nenuco en el cuerpo e, invariablemente, te lo devuelven con un saco de virus: que si los piojos, el sarampión, la varicela… Vamos, que te dan ganas de matricularlo directamente en un ambulatorio en vez de un colegio concertado…

Lo mismo ocurre cuando vuelves al trabajo después de vacaciones. Enciendes el ordenador, abres tu correo electrónico y tienes 150 mensajes sin leer. Diez de ellos son chorradas que te ha mandado tu único amigo que se ha quedado trabajando en agosto. El resto son todo virus, spams y similares.

Uno muy frecuente es el que te ofrece, por un módico precio, un alargamiento de pene… ¿Qué pasa, que me han visto este verano en la playa? Tú se lo reenvías directamente a Lombilla, que le hace más falta, y así cumples con tu buena obra del día.

Dentro del sector económico destacan dos spams. El primero de ellos es una carta remitida desde el Senegal y firmada por la viuda de un magnate del petróleo que pretende venderte, a un precio que ni en Ikea, todas sus instalaciones. Por un momento piensas en lo que podrías ganar poniendo una gasolinera en la costa para surtir a los cayucos, pero luego te da pereza y le reenvías el mensaje a tu jefe a ver si se anima y le pierdes de vista una temporadita…

También suele llegar otro mensaje a tu buzón cuyo remitente, a primera vista, es el Banco Santander. Te dicen que han tenido una serie de problemas informáticos y que necesitan validar tus contraseñas, que se las envíes a la mayor brevedad y que perdones las molestias. Es, claramente, una estafa. Sobre todo cuando caes en la cuenta de que tú no tienes una ídem en ese banco. No obstante, te sale la vena Robin Hood y colaboras:

Usuario: emilio
Contraseña: botín321

Y todo esto nos pasa porque somos unos chapuzas. ¿A quién se le ocurre contratar como sistema antivirus para el ordenador a un oso panda? Es como si en nuestra casa, como único sistema antirrobo, colgamos un cartel en la puerta de entrada que dice “Cuidado con la tostadora”. Los ladrones nos desvalijarán sin remedio… Eso sí, la tostadora ni la tocarán…

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